Cualquier persona comete errores que producen ofensas en quienes le rodean, y esas ofensas suelen llevar un sentido de culpa para su causante.
Si pretendiera desentenderme de la realidad de esa ofensa que he producido, o intentara proyectar sin razón mi culpa sobre los demás, entonces me haría daño a mí misma, porque no pongo remedio a mi mal —un verdadero y real sentido de culpa—, sino que lo ignoro o lo oculto.
Todos ofendemos a alguien de vez en cuando —quizá con más frecuencia de lo que pensamos—, y para tener la paz necesito aceptar la correspondiente culpa, pedir perdón y reparar en lo posible la falta cometida.
Sentirme culpable puede ser algo positivo si me lleva a reflexionar y a buscar remedio. Sentirme inocente de todo y repercutir la culpabilidad sobre los demás solo muestra ser orgullosa.
Perdonar y pedir perdón, son cosas que a veces van muy unidas. A veces, no llego a perdonar totalmente a otra persona, y quizá lo que sucede es que tengo que pedirle perdón. Porque es verdad que hay ofensas suyas, pero también ofensas mías.
1 comentario:
chido el blog sige asi chika
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